julio 16, 2009

Desprendimientos-Crecimientos


Mi querido Matías: ¡que maravilla verte crecer! Y que complejo aceptar que tu independencia implica desprendimientos de mi parte... Cada vez que te suelto la mano para que hagas cosas por ti mismo impulso tu osadía, y cierro el puño para evitar la tentación de tomártela de nuevo... Aprecio cada logro tuyo y lo aquilato en lo que vale: sentarte solo, hablar, caminar, correr, comer, marcar límites, solicitar, exigir, aprender, dar... Cada acción nueva es una conquista hacia lo que -supongo- toda madre y padre anhelan: formar hijos seguros, con buena autoestima, independientes, decididos, generosos, plenos! Pero nadie nos dice que en el proceso uno debe soltar y soltar y soltar y soltar las amarras hasta verse alejar al barco en su propio navegar más allá de uno... Aquí suspiro, profundo y largo, porque de golpe llegan a mi muchas imágenes: tú en mi vientre, mi mano en la panza acariciándote siempre, cantándote, susurrándote, en un acompañamiento de simbiosis tan perfecta que cuando naciste -¡y juro que moría de ganas de verte!- extrañaba tenerte dentro... O esa etapa tan tierna de cargarte y mecerte y arrullarte o recostarme abrazándote sobre mi pecho, ¡hasta que te dio por gatear y recorrer tus espacios para dominarlos!... ¡Que de momentos mi niño! Felicidad grande y a la vez pequeños golpes de vacío...
A tus cuatro años ya te fuiste tres días a tu primer campamento. No me extrañaste -ni a tu papá ni a los abuelos ni a nadie- y me alegra: de eso se trataba, de que te supieras capaz, libre, respaldado, que te divirtieras, que llegaras con ganas de hacerlo de nuevo... Y sí, pescaste, subiste a una lancha, caminaste por un río, hiciste rapel, paseaste a caballo, bailaste, tuviste un taller de murciélagos y no sé cuántas maravillas más... ¡magia pura mi niño!
Recuerdo que un día antes me dijiste "me extrañas y lloras poquito" y yo te dije "¿y por qué voy a llorar? ¿vas a divertirte, te la vas a pasar bien? Entonces no hay porque llorar...", pero ya confesando: si acaso no llegué a llorar si sentí dar más de un vuelco al corazón y corrí al cine a refugiarme de mis propias sensaciones... Tú creciste y lo hiciste bien, yo aún trató de aprender esa primera lección mayúscula de desprendimiento, que conforme crezcas deberá hacerse más grande y más grande...
Mientras ocurre yo te cargo y te arropo y te apapacho todo lo que la vida me permita, y te aprieto fuerte al corazón para que sientas como late fuerte de quererte, para que cuando tu barco zarpe y viajes por el mundo y por la Vida, nunca te sientas solo porque ese pum-pum, pum-pum siempre estará contigo...
¡Sigamos aprendiendo juntos mi niño!

1 comentario:

Eugenia Montero dijo...

Hija me encanta como escribes, me hiciste llorar... tienes razón, los hijos crecen y hacen su propia vida... pero mientras eso llega disfrútalo todos los días.

Te quiere tu mamá