septiembre 15, 2010

¡Mi mexicano querido!


Matías hermoso: tú eres mi presente y mi futuro. Por ti celebro hoy, con la certeza de que aportas al porvenir que todos queremos, al México que desde hoy contribuyes a hacer mejor y más entrañable.¡Viva México, la tierra que te vio nacer! ¡Viva México, terruño que nos da identidad! ¡Viva México, por el que haremos siempre el bien!

Este 2010 es simbólico: conmemoramos 200 años del inicio de la gesta de Independencia y dentro de poco los 100 años del comienzo de la Revolución. Debiera ser un festejo amplio, pleno, intenso, que nos abarque a todos... Pero México no ha superado sus abanicos de desigualdad, pobreza e injusticias. Y además, desde hace un par de años se ha recrudecido la violencia porque se dejaron espacios sociales vacíos donde anidó un mal nefasto: el narcotráfico.
Pero como bien dice nuestra querida "tía Cavia", somos más los buenos que los malos, y tú sin duda alguna eres el mejor de todos. Hay que alimentar la querencia a este país, entrelazar lo maravilloso que tiene y construir cadenas portentosas para salir avantes. Hacerlo con pasos firmes, ciertos, seguros de su potencial y del propio, interno y claro.
Hay que procurar el binomio de criticar y dar propuestas... ¡De nada vale sólo destruir, blasfemar, indignarse! Hay que extender la mano y jalar -casi literalmente- a este país hacia adelante.... Que atrás queden los funcionarios mediocres, los avariciosos, los criminales, los comodinos... Navegaremos hacia el futuro quienes nos levantamos y agradecemos estar aquí, quienes abrimos nuestros sentidos para recibir los dones de mexicanidad que tanto se valoran en otras latitudes, quienes deseamos ser igual de generosos para expresar siempre, de todo corazón, ¡Viva México!
Gracias mi niño, por ser parte entrañable de este sentimiento....

septiembre 14, 2010

5.5 kilómetros



Este sábado fuimos a un evento organizado por la Fundación Somos Agua... Ir al paraje Corral de Piedra y Caminar pensando en el agua. Originalmente sólo íbamos a ir adultos y tú ibas a pasar el día al cuidado de una persona que recién conocíamos, aunque estaba muy bien recomendada. Pero al llegar al lugar de la cita vi que había otros cuatro niños, que aunque tenían 8 años eran eso: niños. Así que regresé por ti, con la certeza no sólo de que aguantarías la caminata sino de que la disfrutarías a lo grande... ¡y así fue! Nunca pediste que te cargara y convivías lo mismo en el grupo de esos pequeños que con los grandes. Ibas y venías compartiendo descubrimientos y sonrisas. La presa que atravesamos en lancha, los hongos en sus muchas formas y colores, los sonidos de la brisa, los aromas... Todo era un cúmulo de bendiciones para tus sentidos, que siempre se alistan para nutrirte y ayudarte a crecer con sabiduría. ¡Lo mejor por supuesto fue el encuentro con el agua! Desde los charcos iniciales -donde más que verla se oía al cloquear de las pisadas- hasta el franco chapotear contigo metido -literalmente- hasta las rodillas en un riachuelo de agua fresca y recién surgida del manantial...
Los pantalones terminaron de rasgarse en las rodillas, y con la tierra acumulada en ellos, tu playera, los calcetines y las botas bien podría llenar una maceta... ¡Pero todas tus exclamaciones de asombro y tus risas bien valen la pena!
Nos diste una lección a todos: a lo largo de los 5.5 kilómetros de travesía mostraste fuerza, espíritu, entrega a la naturaleza, respeto y cariño por el agua limpia y clara que tanto nos da... Y además te diste tiempo de capturar imágenes con mi cámara: el paisaje, rostros de los compañeros de aventura, la alfombra verde que hace el musgo, y más...
¡Eres el mejor compañero del mundo! Y quiero caminar contigo todo lo más que se pueda, con los sentidos como los tuyos esta jornada: abiertos para recibir y dar.